martes, 14 de abril de 2009

Drogo fue destinado a la fortaleza Bastiani y se contagió con la esperanza de que los Tártaros llegarían por la frontera para atacar. Aferrado a su expectativa lejana pasó el tiempo y a Drogo se le escurrió la vida. Sacrificó todas las cartas a cambio de una, y poco a poco se fue desinflando en la tristeza de los días iguales.
V.Luna

6 comentarios:

  1. No puedo resistirme a ser el primero en aparecer por aquí...
    Comentar a Buzzati. Difícil. No porque su obra sea complicada. Sino precisamente porque habla de lo más profundo con la sencillez más apabullante.
    Podría resumirlo diciendo que es una crítica bestial a aquéllas personas, llamémoslas "indolentes", que toman la determinación de no hacer NADA por intentar cambiar el rumbo que toma la vida, cuando éste no es bueno; siempre confiando en que las cosas "irán mejor", que llegará el momento apropiado para tomar decisiones importantes...pues entonces, lo más probable, es que se pase la vida en la eterna espera...
    Y no digo más
    Y para quien quiera entrar más en el Universo Buzzati, le invito a sumergirse en sus relatos, de los cuales hay dos tomos en Acantilado, sublimes...

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  2. A lo que se ha comentado antes. Sí, el personaje (el gran Giovanni Drogo) es un indolente de la hostia ante las adversidades. Pero se le tiene cariño. En el fondo porque pensamos como él y, en situaciones parecidas, haríamos exactamente lo mismo. Y ahí radica la grandeza:la vida se le va al hombre antes de que quiera darse cuenta; eso que llamamos ‘preparación para la vida’ (formación, expectativas, primeros ensayos…) no es más que la vida misma, nos guste o no.

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  3. Cuchillada tras cuchillada Giovanni Drogo aguanta los envites de la rutina, de la injusticia, del tiempo al fin y al cabo. Y todo por una esperanza remota a la que irracionalmente no se puede sustraer. Llama la atención cómo vuelve Drogo a la que pensaba que era su vida verdadera y se encuentra un mundo distinto, que ya no le pertenece, las personas que quiere ya no son las mismas, el tiempo ha pasado. Ese tiempo pasado es la "nada", a que se refería David..., y la nada envilece.
    Y las cuchilladas que recibe Drogo nos hacen sangre a nosotros, saca a relucir el miedo a una existencia futil, nos hace recordar momentos de encuentro con personas queridas y, sin embargo, pasadas, quizás por indolencia.
    El libro es doloroso pero no dañino, una fuente de reflexión en muchas ocasiones amarga pero con el deje final de esperanza de esa guerra que aun llegando, a veces no tiene la forma que uno espera de antemano.
    Un placer, ardo en deseos de comentarlo cuando os vea.

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  4. Y hablando del libro "60 relatos", de la editorial Acantilado, aparece un cuento titulado "La capa", que podría suponer un "final alternativo" al Desierto de los tártaros. De hecho hay una parte en la novela, cuando el sastre le da la capa a Giovanni, en la que Buzzati se detiene algo más de lo debido en semejante objeto. Probablemente en esos días escribió este cuentecillo. Y aunque le otorga a la trama un toque más "heroico" (es que no quiero desentrañar nada) por lo que se supone que ha pasado, no deja de ser un final absolutamente estremecedor.
    En otras palabras, tanto en un sentido como en otro (ambos opuestos), este tipo sabe tocar la fibra sensible con una elegancia impagable.
    Además tiene otros cuentos, como "los 7 mensajeros", "7 pisos" o "La muerte del dragón" sencillamente magistrales

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  6. Como decía Borges, amante confeso de esta obra maestra de Dino Buzzati, que "podemos conocer a los clásicos pero es más arduo hacerlo con los contemporáneos y, sin embargo, hay nombres que las generaciones venideras no se resignarán a olvidar. Uno de ellos es el de Dino Buzzati". El desierto de los tártaros es una alegoría sobre la peligrosa condición que ejercen los muros protectores que nos rodean y que nos van robando la ilusión y la vida.

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